Que felicidad. Está terminando.

No sé por cuanto tiempo había esperado para despedirme.

Sobre la noche más oscura. La más larga. La piel se cae a pedazos. Por primera vez, sin dolor, sin angustia, sin desesperación ni reproches. La veo desprenderse, cuanto me pesaba y hoy se queda aquí.

Sabe a menta.

Sabe a nuevo… a hielo y especias.

La piel que me sobrevive se siente tan bien. Respira, sin prisa. Sonríe. Mientras ella se cubre y espera, yo tomo a tranquilos sorbos el calor. No hay prisa. Es la noche más larga. El mundo espera. Ella está ocupada. Es como si la vida cerrara los ojos y me permitiera acomodar en el lugar que yo desee mi piel, esa que se ha caído. Está tirada en el piso, transparente. Ahora la veo en donde estaba dañada, por eso era que dolía. Veo las marcas de las heridas. Ahí están. No son tantas como pensaba.

Pero las que eran, son profundas. Casi con indiferencia tomo los pedazos y les doy un beso. Mi piel la que ahora parece papel fue una gran compañera, una gran coraza…. desde el seno de mi madre, esa que tantas veces remendé y que tantas otras maltrate porque creí que la flagelación de la culpa era un deber de aquella que se nombra mujer.

No volveré a verla en varios siglos. Me quedo sin ella. La despido. Ha terminado. Cuantas veces desee que se acabara.

Ahora, siento como cada sentido magnifica todo: frío, sonidos, cansancio, mis huesos, mi sangre… puedo escuchar lo que hay dentro de mi oído y que resuena en mi garganta. Pasa por mi lengua y me cansa los ojos. Siento todo. Absolutamente todo.

Mi nueva piel me habla y me dice que hace falta entallar. Que hay que moverse, bailar, estirarse, dilatarse. Hace falta ajustar la medida. No sé por cuanto tiempo tuve mi antigua piel, lo que si sé, es que se sentía pesada, no era yo sola, venían muchos y muchas en ella. Hoy me siento una. Yo misma. La que sabía que estaba dentro.

Está por terminar. Se van los y las que estaban. Se queda una. Me quedo conmigo. Para encontrarme de nuevo con quienes vienen. Bienvenidos. Bienvenidas.

Lo que se tenía que vivir, se ha cumplido ya. Ahora, sigue redescubrir.

Erika Tamaura Cultura

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