Nokta es una columna semanal, que se publica todos los viernes en la Sección Cultural Acentos, de Tribuna del Yaqui. 

Jamás, jamás me he ganado nada en la vida, salvo una botella de vino. Siempre que hay rifas o concursos, nunca tengo suerte con eso.

La Real Academia de la Lengua Española define la palabra suerte como:

a) El encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual.

b) Como un circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede.

c) Aquello que ocurre o puede ocurrir para bien o para mal de las personas o cosas, d) casualidad a que se fía la resolución de algo.

e) Estado o condición.

f) Manera o modo de hacer algo.

g) Como contrapuesto al azar en los dados y otros juegos, puntos con que se gana o acierta.

Me voy a meter en líos con ustedes. Levanten la mano quiénes creen en este momento que son personas suertudas… ahora, levanten la mano los que creen que siempre tienen mala suerte… ¡ajá! ya los ví.

Y usted que me lee en este momento ¿porqué no levantó la mano? Levántela, no le de pena, elija una opción… ¿o es que ya no sabe si tiene o no suerte en la vida? Platiquemos, usted y yo.

Dígame, cuénteme. ¿Qué cosas no van bien en su vida y es culpa de la mala suerte? Cuénteme… ¿Qué cosa maravillosa le acaba de pasar y usted está segurísimo que no fue por otra cosa que por buena suerte? En lo personal, y ya saben que aquí se habla con sinceridad y que yo le cuento todo, pienso, me considero una mujer bendecida, pero no estoy segura si específicamente yo sea una mujer con suerte.

A lo largo de la historia, nos han convencido que los gatos negros y los espejos que se quiebran son la cuasa de nuestras desgracias. Por otro lado, alguien me decía que uno mismo se provoca su suerte… no sé si estar de acuerdo.

Tengo sentimientos encontrados. Digo, ya sabemos que uno vibra con pensamientos y actitudes, y que si el asunto del Secreto y que si el karma y etc.

https://vimeo.com/50492046

 

No creo poder establecer aquí algo tan profundo como hablar de personas que han pasado lamentables pérdidas o accidentes y que se diga que ha sido por su suerte, creo que eso es cruel, pero igualmente lo es pensar que fue al azar. No tocaré ese punto. Hablaré de cosas sencillas, en las que podamos establecer alguna reflexión alcanzable.

En estos tiempos, ¿Se considera suerte tener salud? ¿Trabajo? ¿Un hogar? ¿Usted cree que es suerte nacer en la tierra que estamos y en la familia a la que pertenecemos? ¿Hasta donde nuestras decisiones (o los de otros) detonan procesos de suerte? Y sobre todo, ¿qué tiene que ver el destino en esto?…

¿Cuál sería mi suerte si decido quedarme encerrada en mi casa todo un año sin salir, ni trabajar, ni tener comunicación con el exterior? ¿Llegaría alguien a salvarme de mi encierro si yo no abro la puerta o si escondo llave? O más interesante… si no quiero ser salvada.

¿Se trata de suerte haber llegado a un puesto político y poder robar? ¿Se trata de suerte cuando los malos ganan? ¿Existe realmente la suerte o es el huracán provocado por el vuelo de la frágil mariposa al otro lado del mundo? ¿Es la suerte una cosa mágica o los resultados lógicos de lo que sucede alrededor, sean o no de nuestra competencia?.

En mi bolsa guardo dos amuletos, uno es un corcho de vino, el cual empuñé en mi mano durante  toda una noche en vela, mientras recibía imágenes mentales sobre mis propias fuerzas, mis convicciones y el tema del poder. Y el otro es un anillo.

Dicen que los amuletos se rompen o se pierden cuando han cumplido su misión con quién los poseé. A veces meto la mano en mi bolsa y toco el terciopelo rojo de la tela que los guarda. Y me digo a mí misma que si están aquí es por qué aún los necesito.

El corcho me recuerda que el poder está ahí de frente y que puede ser tomado si se desea. Lograr el poder no es difícil, pero no todos pueden manejarlo. Así que cuando siento la tentación, por más película de Marvel Comics que esto suene, tomo el amuleto en mis manos y evoco lo que sentí esa noche: la provocación y el peso sobre mi cuerpo… y suelto. Recupero mi lugar.

Y cada vez, cuando el miedo me asalta, cuando siento que hay cosas que me asustan lo suficiente para hacerme retroceder, cuando dudo de mí y de lo que pienso, cuando creo que hay situaciones que no podré atravesar, veo el anillo que me recuerda las historias a las que he sobrevivido emocionalmente. Sobre todo, una en particular.

Ansío contarles en el futuro que mis amuletos ya no están, eso significaría que cumplieron su misión en mí. Así que, tal vez, no está de más tenerle un poco de respeto a la suerte y guardar precauciones.

Un amuleto, no le cae mal a nadie.

Les dejo un abrazo. Descansen el fin de semana… y sobre todo, les deseo suerte. De la buena.

Besos.

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