Nokta es una columna semanal y se publica todos los viernes en la sección Acentos de Tribuna del Yaqui. 

Si da click en este momento a la página de las Naciones Unidas sobre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, observará una foto que está fijada en el sitio, la imagen es la de una persona detrás de una pantalla de humedad. El título de la foto se define como ¨Transparente¨ y la autora es Belinda Mason. La pieza pertenece a la exposición que lleva por nombre ¨Lágrimas silenciosas¨. La artista escribe en su sitio algo que me suena más o menos así:

¨Sin historias, hay silencio. Si no contamos las historias, estamos mudas.

Si nuestras historias no se escuchan, somos invisibles.

Y es aún más difícil, cuando esas historias son duras de contar e imposibles de imaginar.¨

Yo les recomiendo absorber el mensaje en el idioma inglés, ya que la poética de quién lo configura tiene su mayor belleza en el texto original.

El proyecto Silent Tears es resultado de una colaboración con mujeres anónimas con discapacidad que han experimentado la violencia, o aquellas que han resultado con discapacidad después de haber sufrido violencia. El proyecto ha permitido por medio de una respetuosa narrativa, que las mujeres cuenten su historia y se contacten con otras sobrevivientes.

Hace un año, yo fui una cobarde. Al parecer, siempre lo he sido. Fui cobarde porque una mujer, amiga mía, me dijo que estaba siendo acosada y yo, le dije que eso era normal, que no tenía caso decir nada y que era imposible que ganara ese argumento contra quién la estaba acosando. No hubo momento que no me arrepintiera de lo que dije y que deseara regresar el tiempo para que en lugar de responderle empapada por la rutina de un ambiente hóstil, desde mi experiencia del nunca pasa nada para cambiar, haberme puesto de pie a su lado y denunciar y dar la batalla.

No lo hice, por cobarde. Por que la verdadera lucha contra la violencia cuesta. Cuesta valor, cuesta verdad, cuesta atrevimiento, cuesta tener que soportar miradas, palabras y desaliento.

Hoy les digo sin miedo al que dirán, que realmente fui una cobarde, pero no una cobarde temerosa, fui una cobarde sarcástica, de las peores, traicioné a otra mujer que necesitaba ayuda en ese momento y que era mi amiga y le dí la espalda de la forma más vil que se podía: le fui indiferente y le aconsejé que se callara. ¿Saben porqué les digo esto? Por que la vida me ha dado una gran lección y me mostró hace unas semanas a otra mujer cercana a mí que si tuvo la valentía para exponer su caso y llevarlo hasta las últimas consecuencias.

Soy afortunada por que se me dió la oportunidad de pedirle perdón con toda mi alma a mi otra amiga, a la que le dí la espalda, lloré con ella y no paraba de abrazarla, esperando que pudiera sentir mi arrepentimiento sincero. Durante el proceso de esta otra mujer, pensé sobre las cosas que todas en algún momento hemos soportado por no poner nuestra dignidad al frente.

Hace un año también, en esta misma fecha, pasó un acontecimiento personal que me hizo reflexionar sobre la violencia que nos generamos a nosotras mismas, quedándonos en lugares, situaciones y con personas que no nos hacen bien, pero por falta de amor propio, seguimos esperando que las cosas mágicamente cambien. Más bien, uno quiere ver lo que desea por vacíos y huecos emocionales los cuales vienen desde la conciencia del merecimiento… hoy comprendo que las historias que se cruzan con la de uno, muchas veces van de paso y simplemente se interceptan con la nuestra, lo cual no significa que sean parte de un plan, pero dentro de este océano de circunstancias, cualquier señal desesperada se confunde con destino. No es un secreto que las situaciones pasionales son aquellas que están más cerca de la pólvora que enciende la explosión. De todo.

El aprendizaje que la vida me ha dado en mi corta edad no se compara en nada con el sufrimiento y lucha de otras mujeres frente a grandes dolores y violencia, pero ha sido suficiente como para reparar mi escala de valores y saber que nunca más dare la espalda a nadie y que la cobardía no volverá a tener cabida en mi persona.

He sido una cobarde de las peores, por que promuevo que las mujeres expresen su voz y cuando debí haber hecho algo, fui corrupta e invite al silencio. Pero les aseguro que la lección ha sido aprendida y que dedicaré mi vida a ser coherente conmigo misma. Si navego con bandera de lucha contra la violencia de la mujer, más me vale que tenga muy claro el costo que debo pagar por ello y sin duda, estoy lista para hacerlo.

«La violencia contra las mujeres y las niñas es una violación de los derechos humanos, una pandemia de salud pública y un grave obstáculo para el desarrollo sostenible. Sale muy cara a las familias, las comunidades y las economías. El mundo no se puede permitir pagar ese precio».

-Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU.(Lee el mensaje completo)

 

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