Ayer fué una tarde dura.
Y bueno, después de comer, dije: “Necesito un brownie”.
Iba manejando y me topé con Helados Bing. Ahora comprendo que debí irme hacia el otro lado y no tomar esa calle.
¿Que otra cosa podría ser mejor que un brownie sino un recuerdo de mi niñez que me evocara dulces memorias? Algo que me fascinaba de pequeña era la copa del Bing Especial.
Hace años que no probaba uno. Y me arrepiento tanto de haberlo hecho.
Mi pedido original era el siguiente: Primero, la nieve de vainilla abajo, porque con el contacto del chocolate y las frutillas, en especial con las moras, provocaban algo maravilloso, y la nieve de fresa arriba por supuesto, para equilibrar lo dulce de la crema batida.
Bueno, pues mi mente me jugo una mala pasada, lo que pedí fué la nieve de fresa abajo, y nieve de nuéz arriba. Creí que estaba haciendo lo correcto… en verdad lo creí.
Cuando reaccioné, esperé que las frutillas salvaran el error de mi decisión… y lo que paso fué desconcertante. No era el mismo mix de frutillas.
No puedo siquiera explicar lo que sentí.
Era una culpa, seguida de decepción, combinada con tristeza, melancolía, nostalgia, todo junto. No podía dejar de pensar “Porque no fuí por el brownie, eso hubiera evitado que perdiera mi recuerdo…”
Cuando dejé de culparme, me dí cuenta que ni modo, el tiempo pasa, y las cosas cambian. Tal vez nunca vuelva a probar un Bing Especial como yo lo recuerdo. Pero ahora, seré más cuidadosa en seguir mis instintos. Si yo digo que quiero un brownie, brownie será.
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