De tu piel se desprende la luz que se apaga
Y que volvemos a encender para observarnos
mientras
conversamos pequeñas frases
que se entrecortan
entre tu oído y el mío.
De tu piel se desprenden mis besos
que tropiezan en tu mejilla hasta tu cuello,
mientras mis brazos se extienden
elevando mi espalda
para que camines por mis hombros, mis rodillas y mis dedos.
De tu piel se desprende la mía,
sin pausas, sin tregua, sin miedo;
ocupando los espacios
libres
por la prisa,
las breves luces y tus huesos.
Tus huesos que me separan de ti
y me alejan de tus venas como un muelle
que solo me deja
besar tus hombros
mientras encallas en mi cabello
y mis rodillas.
Por las noches que no te tengo
mi piel se repite en la tuya, paso por paso,
en trazos que ensayo,
de nuevo,
interminablemente
cada vez que extiendo mi mano
para apagar la luz
que me recuerda tu piel
que se desprende en la mía
entre la breve noche
y nuestros besos.
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