Era el momento de los aplausos finales en la noche inaugural de la temporada 2019-2020 de la Houston Grand Operaque presentó una impecable producción de la ópera “Rigoletto” de Verdi bajo la dirección artística de Patrick Summers y la conducción de Jordan de Souza.
El telón comenzaba a presentar uno a uno a los intérpretes hacia la luz del escenario con el sonido de fondo de una marea de aplausos que iban y venían en complicidad con la cortina del Brown Theater en el Worthman Theater Center.
El duque de Mantua apareció y el público elevó la voz, los aplausos se hicieron más profundos, veloces y escandalosos para otorgar una ovación brillante y efusiva, honesta y enamorada hacia el tenor quién hizo reverencia para entregarse al público como si se tratara de alguien que vuelve a casa después de un largo viaje trayendo regalos para todos: era Arturo Chacón. Yo estaba ahí. Mis aplausos eran parte de ese escándalo.
Arturo había regalado una magnífica noche a la audiencia de Houston y el público lo sabía. La interpretación del tenor mexicano dejó claro que nos encontramos ante un artista que ha construido una firma heroica en el contexto actual de la música lírica. Arturo es una inspiración y un modelo de gestión artística envidiable.
Estudiando su trayectoria se pueden observar grandes aciertos que sin duda, como toda cosa ganada a pulso, se perciben labrados a raíz de esfuerzo, perseverancia y tiros de precisión, pero sobre todo, autenticidad. Su agenda internacional es impresionante y la validación que el público le otorga es más que evidente. Esa noche, mientras escuchaba los aplausos del final y a la gente que lo aclamaba como suyo, a mi me faltó casi nada para hacer ademanes egoístas indicando que Arturo no era de ellos, sino de los sonorenses y que nosotros lo vimos primero. Pero lo cierto es que Arturo es de todos y logré contener prudentemente mi orgullo mexicano….mentira, yo intentaba aplaudir más fuerte que los norteamericanos.
La voz de Arturo me atrapó en un Festival Alfonso Ortiz Tirado, en Álamos, Sonora, en un callejón del pueblo dónde se había instalado un escenario al aire libre. Era una prueba de sonido mientras él ensayaba “Amor, vida de mi vida”. Mi amiga Mónica y yo íbamos pasando por ahí en la plaza y lo escuchamos, nos sentamos en la banqueta del lugar y empezamos a averiguar de él y su carrera. Ahora, años después, tuve la oportunidad de recibir su amable invitación para ir backstage y saludarlo al finalizar su presentación esa noche y puedo decirles que la luz que posee Arturo en escena, la obsequia también en cada apretón de manos, con un espíritu lleno de vida y pasión por su carrera, por lo que hace y lo que logra.
El fin de semana de apertura de la temporada 2019-2020 de la Opera de Houston marcó las cien representaciones del papel del duque de Mantua para Arturo y mientras más me adentro en la investigación sobre su carrera, más me convenzo no solo del poder de su voz, el cuál es innegable, sino también de la admirable configuración estratégica entre su talento, formación y programación profesional que sin duda lo tiene ya perfilándose en las filas de los tenores que serán inolvidables en la historia de México y por lo que pude escuchar y ver esa noche, también del mundo.
Bravo.
Para conocer más sobre la trayectoria y agenda de Arturo Chacón visita:
Créditos de fotos a continuación: Lynn Lane
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