Pienso en todas aquellas mujeres, que viven o que han vivido siendo fuertes, recogiendo los trozos de su corazón.
Pienso en ellas y de repente una no se siente tan sola.
Aparecen como un gran ejercito de rostros, manos, gestos amables, que se abren camino ante el abandono de su corazón.
La vida sigue. Es lo que traen tatuado en su frente y en su alma que guarda silencio respetuoso por los terremotos de la vida, inundaciones en su cama por el llanto, huracanes que destrozan lo que uno se ha fincado, y después del caos… El silencio de nuevo por aquello que está deshecho, y sus brazos heridos por intentar proteger su historia.
Esas mujeres, como las admiro.
Será que atravieso mi propio silencio y necesito saber que esto del dolor y los rompimientos son franquicias, que tienen la misma fórmula, los mismos ingredientes, la misma pintura en ñas paredes, los mismos muebles y el mismo anuncio.
Mujeres que apuestan todo, y viven preguntándose: porqué el amor es una cosa extraña, rara, que juega con sus fuerzas y sus anhelos?
En fin. La vida sigue.
Aunque esta mañana no lo parezca.
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