Columna semanal cultural Nokta, para Tribuna del Yaqui, Sección Acentos.
Esta columna se inició a escribir en mi mente desde la noche que me enteré que este año, en los festejos del día internacional de la danza, el homenaje sería para Giselle Meza. Desde ese día he dado vueltas en mi cabeza sobre que escribir de alguien a quien admiro profundamente y que aprecio personalmente de manera entrañable. Muchas veces intenté sentarme y hacerlo mientras repasaba mis notas mentales.
No lo tengo. No tengo ese escrito que hubiera deseado regalarle a un artista y a una mujer que tanto admiro, tal vez más noche me salgan las palabras, pero por este momento al menos, puedo compartirles lo que me viene sin pensarlo tanto: Giselle Meza es una mujer que ha vivido por y para la danza. De ella he aprendido la pasión y la disciplina, pero sobre todo he aprendido en su ejemplo lo que significa ser coherente con uno mismo.
He visto parte de sus luchas personales en su búsqueda por sobrevivir a la injusta lucha de equilibrar una vida por el arte y una vida personal, y puedo decirles esperanzada que hoy veo su plenitud y como después de ellas, Giselle vive hoy una de sus fases más lúcidas, plenas y abundantes. La danza le ha dado todo, y ella le ha dado todo a la danza. El fruto se ve hoy en lo que ella define como su presente: una comunión intensa con el arte a través de la única forma que considero es la clave de todo: compartir lo que tienes y lo que sabes.
Giselle ha dedicado su vida entera a compartir la danza, a través de ella, Giselle ha inspirado a varias generaciones mostrando que el arte es un camino que de ser elegido, te exige tu cuerpo, tu mente y tu alma, y que al final, la recompensa se triplica. Ella misma se aferra al arte como alguien que sabe que sin capitán no se puede navegar al destino. Después de una carrera de más de 30 años para la danza y de todo lo que solo quienes han vivido para el arte saben lo que implica eso aquí en Cd. Obregón, Giselle se encuentra ahora del otro lado de la orilla: triunfante.
Para mí ella es un modelo a seguir. Quienes la queremos hemos sido testigos de sus obstáculos y de cómo la danza ha sido la forma en que los ha superado conforme pasa la vida. Giselle es una mujer que lo que cosecha lo vuelve a sembrar de inmediato, no se queda con nada, y es por eso que jamás le faltará nada, porque solo los que lo dan todo saben lo que es tenerlo todo. Los honores llegan cuando deben de llegar, ni antes ni después y a Giselle, el honor le llega todos los días, a través de la danza. El protocolo es solo un pretexto y una razón más para tomar fotos y recibir aplausos.
El verdadero homenaje, la verdadera ceremonia, sucede todos los días, cuando Giselle baila… Este sábado, se le entregará un reconocimiento, como figura destacada en la danza en nuestra ciudad. Enhorabuena por las placas, por las flores, por los abrazos, Giselle está igual de serena con ellos y sin ellos, porque en el camino del arte, los verdaderos artistas saben que el reconocimiento es subjetivo, que los trofeos se quiebran y que los papeles de rompen.
El trofeo está en la trascendencia y ese, Giselle ya lo tiene ganado desde hace mucho: en los rostros y miradas que se iluminan cuando ella aparece, los ojos de su familia, de sus amigos y de cada persona que ha pasado por su vida y ha sido inspirada en algún momento por la maravilla de la danza a través de ella. Mientras voy por mis kleenex les dejó la frase que va en su placa de reconocimiento tomada del mensaje del día internacional de la danza 2014 por el coreógrafo francés Mourad Merzouki:“La danza es el movimiento que abre las puertas a la gracia, a través de ella descubro el mundo a cada día. Íntimamente mía, la danza me anima con la energía y la generosidad que le son propias.Yo tengo por la danza el orgullo del bailarín y del coreógrafo, Y también un profundo agradecimiento.Vivo la danza día a día como un honor.” Felicidades amiga. Tú me inspiras.
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