Por qué me gusta la poesía? No tiene nada que ver con lo cursi (aún si yo sí lo soy). Para iniciar, creo que la poesía se encuentra incomprendida. La han endulzado y caricaturizado como a las piezas clásicas que ponían en los dibujos animados de Bugs Bunny. Esas que cuando uno escucha a Mozart te imaginas al conejo corriendo. Igual en este caso. Uno dice poesía y piensan que son cursilerías.

Pues no, la poesía no es caricatura. Tampoco son las tarjetas que le pones a las paletas de corazón que se regalan baratamente en San Valentín. Tampoco las frases que uno pone en Facebook.

La poesía es el pulso de la vida de aquellos a quienes la luz y el polvo nos hacen estornudar cuando salimos de casa para ir a trabajar o a algún lado. La poesía es todo, menos algo cursi.

Yo soy muy mala para leer novelas o crónicas. Batallo demasiado para concentrarme. Pero si es poesía, vuelo. Alucino. Las pequeñas cápsulas en las que están empaquetadas las palabras suenan en mi mente como campanas de diferentes tonos mientras leo al ritmo de los cortes de la puntuación y el abismo de los espacios de la hoja.

Me gusta que las palabras tengan aire entre ellas. Que puedan acomodarse en la página como si cada una de ellas fuera tan egoísta que, para surgir, necesitara una propia dimensión de imágen y cadencia.

Con la poesía escucho el mar. Cuando yo era una niña, y aún en la preparatoria pasaba las vacaciones de semana santa en la playa, en una casa de la familia del esposo de mi tía Yoly. Y veía los atardeceres y los amaneceres. Me ponía mis Walkman, sacaba mis cuadernos y dibujaba. Recogía caracoles y nunca me picó una aguamala gracias a Dios. Pero a un primo sí y parece que duele mucho.

Con la poesía imagino lugares a los que no he ido y a los que, tal vez, nunca iré. Con la poesía puedo catar emociones por breves segundos, emociones que jamás he conocido, pero imagino con ella como se sienten.

Con la poesía, vibro cuando canto en mi mente el ritmo de un buen verso. Parece una danza que abre la caja toráxica para luego caer en el piso recuperando la respiración.

Con la poesía encuentro un lenguaje que es justo. Uno sincero.

La poesía no es cursi.

La poesía es honesta. La buena poesía lo es.

La poesía es como las instrucciones de un gran mapa, que abre el camino hacia la noche o el día, dependiendo de lo que busque la mente y el alma en esos momentos.

Me disculpo si soy demasiado blanda para hablar de ella. No soy crítica literaria, ni autora aún. No puedo darles un horizonte sobre la historía de la poesía, de los grandes poetas o de las tendencias de la poesía contemporánea latinoamericana… pero puedo decirles lo que la poesía hace en mí.

La poesía es como cuando estás en una alberca o en el mar y te sumerges conteniendo el aliento. Solo puedes hacerlo por unos segundos y tus oídos se tapan y tus ojos se nublan. Estás suspendido rodeado de esa gran inmensidad que es el agua. A veces hay luz que se filtra y alcanzas a distinguir pequeñas figuras y colores, a veces cuando está oscuro, sientes que no hay ni arriba ni abajo. El cuerpo está a la merced de la presión que el ambiente causa en tu sangre y cuando subes a la superficie, es como una gran sentido de liberación y ligereza, que te hace apreciar todo de diferente forma. Escuchas diferente, observas diferente, gustas diferente, tocas diferente…

La poesía es eso que sientes al salir del agua, como un nacimiento tal vez, donde uno mismo se descubre rodeado de cosas que no entiende, pero que son reales para sobrevivir.

A través de la poesía he entendido la tristeza, la dureza, el amor…

Si nos vamos al departamento de los amantes, ¿Quién de ellos no es poeta cada vez que ve al sujeto de su afecto? Las palabras y los versos se redactan también en los cuerpos, en la distancia, en las soledades, en los encuentros, en las promesas, en los besos.

En lo personal, soy fan de José Emilio Pacheco en su version de poeta. Y uno de los primeros libros que conseguí de él, se llama ¨Cómo la lluvia¨ una recopilación a su edad de 70 años.

Hay un poema que me gusta mucho de ese libro, lo comparto:

 Nadie ha de permitir que lo condenen a una segunda

forma de muerte

Si deja que lo empareden a la intemperie

Y lo conviertan en estatua efímera.

 

¿Para qué sirven las estatuas?

Para dar

Compasión a los árboles,

Risa a las transeúntes,

Letrina a las palomas y a otras aves

Para que los airados

Pinten sus maldiciones al poder

Para que finalmente las derriben

Y las hagan pedazos

Las multitudes que en su furia son

El gran juicio final,

El veredicto de la historia.

 

*Ven? La poesía no es cursi. Más bien, es un diccionario llego de imagenes, por el cual podemos comprender inlcuso conceptos tan ilógicos como la fugacidad eterna.

Feliz día de la poesía a todos. Que nos haga más humanos.

Erika.

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