Ser fan de Shakira y JLo en tiempos del feminismo.

Nota: quiénes me conocen, saben que yo me pasé mi etapa de preparatoria queriendo cantar y ser como Shakira, mis mejores amigas saben que siempre estoy alabando todo lo que JLO publica y mi marido me aguantó una semana de música, videos y platica sin parar sobre ellas esperando el Pepsi Halftime Show. Así que lo que voy a decir a continuación, me va a doler más a mí que a ustedes en caso que les haya gustado el show.

¡Claro! ¡Miami! ¡Latinas! Mi corazón saltó bailando el “Come on, shake your body baby, do the conga” cuando lo supe. Íbamos en el carro cuando vi la noticia en Twitter y le grité a mi marido diciéndole: “¿¡Tienes idea del mega show que van a hacer estas dos!?” él, con su voz que usa cuando algo no le causa el más mínimo interés me dijo: “va a ser puro reggaeton”, a lo que yo le dije muy indignada: “Claro que no, estoy segura que Shakira va a utilizar este momento en su historia musical para mostrarle al mundo lo que de verdad es, su verdadera esencia, ella va a volver!” le dije…. “Y JLO, ella va a dar una cátedra de show, ¿qué no sabes que es una de las latinas más estratégicas en el mundo del entretenimiento? La forma como está consolidando su marca desde el punto de vista de relaciones publicas y empresarial está increíble, la vengo analizando desde hace un tiempo y tiene unos asesores buenísimos. Lo de Versace, lo de Google, lo de las marcas, lo de todo!”. Mi marido continúo manejando.

Desde el domingo pasado, me bañaba, cocinaba, barría, escribía y vivía con música de Shakira y JLO en la casa. En apoyo moral, mi esposo me puso música de Shakira en el USB del carro y aceptó ver conmigo una tarde de videos de ambas el día anterior al evento. Así que entenderán que mi expectativa estaba alta, muy alta. Me dediqué a dar conferencias en la sala y en la cocina sobre el por qué yo estaba segura de que ellas dos iban a a aprovechar este momento para explotar en un showsazo.

El domingo del Superbowl, me senté con un gesto casi religioso en el sofá y empecé a ver el medio tiempo. Sucedió y terminó. Mi marido guardó silencio esperando que la decepción de mi rostro y mi cuerpo hundido en la esquina del sillón emergieran en gestos más relajados. Muy amorosamente me dijo: “te lo dije”. Le pedí el control y le respondí: “necesito ver el medio tiempo de Lady Gaga para quitarme este mal sabor de boca”.

Después de Lagy Gaga, volví a poner a el medio tiempo de Shakira y JLO. “Para qué lo quieres volver a ver”, me dijo. Y le comenté suspirando: “Para asegurarme que lo que voy a decir de esto, es cierto.”

Mientras veíamos otros medios tiempos en YouTube, yo tenía secuestrado a mi esposo escuchando mi exposición sobre la furia de mi opinión e indignación de lo que acababa de pasar. Si, bailan muy bien. Si, producción. Sí, energía. Si, lo que quieran. No, mis popstars no me representaron para nada anoche, y mucho menos me siento orgullosa de que la mañana del lunes se haya bautizado mediáticamente como “el orgullo latino”.

Hay que ubicarse en el contexto de la plataforma mediática y simbólica que es este espectáculo que acaba de suceder. Así como la exposición que tiene a un rango casi universal de audiencia. Si bien Shakira y JLo tienen fama de sus espectáculos sensuales, estamos hablando que las propuestas artísticas de cada una, pudieron haber manifestado su esencia y sobre todo, el tema del “espectáculo latino” con todo lo que eso pudiera significar.

Ni soy mojigata, ni me interesa condenar nada, ni me asusto, y si, también bailo con sus canciones y he aplaudido sus despliegues de sensualidad en otros momentos. Sin embargo, ¿porqué no pudo Shakira optar por su cabello de color oscuro con pantalones de cuero y accesorios de piel y mostrar más allá de coreografías y gestos con la boca estilo Beyoncé (muy impostados para mi gusto), el talento del cuál todos nos enamoramos alguna vez? Por qué no mostrar ante el mundo (literalmente todo el mundo) la artista que realmente ella es? JLo, no debió haber usado un tubo de tabledance en su participación, y no porque yo diga que eso es del diablo, (cuando ví Hustlers me pareció padrísima su interpretación y la amé) pero seamos serios sobre el mensaje que se comunicó con este espectáculo anoche.

No puedo creer que ninguno/a de los asesores/as del espectáculo o de las artistas no hayan podido sugerir un cambio de narrativa del espectáculo aunque fuera el más mínimo en estos tiempos dónde los temas sobre la mujer están tan efervescentes en la agenda. No puedo creer que de lo único que se hable es de lo bien que mueven las caderas, lo “candente” de los bailes, el vestuario provocador y todo lo referente a que nuestra cultura latina es “caliente”.

Me escucho y me pongo en el lugar del/a lector/a: “pero si eso han hecho siempre”, “qué le ves de malo”, “qué exagerada”, “estuvo muy bueno”…. No. Ciertos segundos estéticamente bien logrados no hacen un todo que valga la pena. Lamento que esta industria continúe estableciendo que debes enseñar tus partes íntimas y bailar de ciertas formas para seguir en la competencia de “lo vigente”. No lo hicieron Celia Cruz, Gloria Estefan ni Selena y se les reconoce como leyendas en su propio camino.

Es una pena, que las niñas y las adolescentes de este tiempo, tengan que ser fans de estas versiones de Shakira y JLO, pudiendo haber logrado un espectáculo sumamente más impactante a fuerza de talento, creatividad y esencia. Con más significado y trascendencia.

Que lástima que se siga mostrando a la latina como un producto para caballero cuyo valor radica en que tan corta, que transparente y que tan brillosa es la tanga.

Soy latina y soy mucho más que eso. Y sé que ellas también.

Erika Tamaura Sin categoría

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