Una vez me dijeron que estaba demasiado loca…
(a los locos se les trata con cariño),
también me dijeron que iba muy rápido, que no podía hacer todo al mismo tiempo.
Poco a poco he ido entendiendo que tienen toda la razón: estoy loca. Mucho.
Y si, lamentablemente, voy muy rápido. No tengo tiempo, tengo mucho que lograr. Como prioridad: La paz. Tengo voces que me gritan que no me puedo quedar quieta, porque estaría traicionando la salud que me han dado, la estabilidad, los talentos y las armas.
El proyecto, mi proyecto, nuestro proyecto. A cada momento, a cada movimiento, a cada lágrima, a cada dolor y a cada brillo en la mirada; se vuelve necesaria, se vuelve una enfermedad crónica y lo peor: crece aceleradamente. No la puedo controlar.
Mi carácter, mi mala memoria, mi visceralidad….todo eso y más se doma poco a poco con ella, mi miedo, mi angustia, mi inseguridad. Es el manicomio perfecto para hacer y destruir, para pensar y olvidar. Todo se puede, todo se sueña, todo vale la pena.
Y soy feliz, (además de ser una concha*) porque me he encontrado con otros locos igual que yo. -Y el que lo niegue, que se haga vegetariano-. Y lo más lamentable es que he aprendido a amarlos infinitamente y son parte de las piezas de mi espíritu que me equilibra. Locos por el amor, locos por la vida, locos por la danza, locos por querer ser felices… a costa de todo, contra todo, por todo.
Cuando uno sobrevive, renace y vuelve a respirar, jura por todos las fuerzas del universo jamás volver a acercarse a aquello que lo hizo morir…. a aquello que dolió profundamente. Si yo tuviera que pasar nuevamente por la grieta de la cobardía y del temor… me lanzaría desnuda y con los ojos cerrados, sabiendo que detrás de ese abismo, están ustedes… en el lugar y tiempo exacto.
Gracias por aceptar su locura, por vivirla, por disfrutarla… gracias por haberle dado asilo a la mía… por morir y renacer conmigo todas las veces que sean necesarias…. gracias por confiar en su instinto de supervivencia: Darlo todo.
Instintos, los quiero.
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