Esa cosa cursi que es la amistad.

Tengo amigas, y amigos. Uno sabe de sus bendiciones, sabe de su familia, sabe de su abuela que sin habertebcmerecido una crónica detallada, te llama por teléfono para decirte “duerme tranquila” con una voz de esas que te hace sentirte nuevamente una niña de 9 años.

Una tiene a su madre, que aunque nunca te diga “te quiero” en la rutina de los días, te abraza para sostenerte mientras no sabes en que velocidad armar un llanto.

Una tiene a sus amigas, y a sus amigos, que te sueñan, te intuyen, esperan en tu puerta en la lluvia para que les abras y te puedan dar abrazos y decirte: “estamos felices de tenerte de regreso”.

Amigos que te muestran cariño y están al pendiente de tí, rescatándote en un aeropuerto o advirtiéndote que solo tienes 24 horas para deprimirte y seguir adelante. Amigas que están contigo dándote esperanza, otras escribiendo códigos que te guíen, otras que pueden correr a tu casa solo para estar a tu lado y otras que llegan a deshoras de la noche a abrazarte tan fuerte que te estrujan los huesos y te hablan de Dios, de cuanto te quieren y que ellas pagan el sushi.

En mi vida, hay muchas cosas cursis de las que estoy orgullosa, y una de ellas, es de las amigas y amigos que tengo a mi lado.

No hay orden, ni lista, ni importa quien se entera primero, quien llega después o quien aún no sabe que uno pasa por una crisis. La amistad es una cosa de esas, por las cuales vale la pena brindar.

Gracias a mis amig@s, de corazón.
Salud por ustedes. Me siento sumamente afortunada de tenerl@s a mi lado. Que nadie se me sienta, que esto de las emociones hay que tomarlo con precaución y poco a poco…

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