Debajo de mi almohada
hay un lago
donde viven
todas las cosas que no digo,
las que fueron
las que son
y las que se pierden.

Diría que ese lago está hecho de lágrimas,
pero la realidad es que se inunda
con pequeños trozos de mi alma
que se deshielan sin aviso,
sin darme cuenta.

Debajo de mi almohada
corre un río
donde desaparece siempre
la apariencia,
serenidad o resignación.
Donde viven
todas las cosas
que anhelo,
que extraño,
que deseo.

Diría que ese río está hecho de lágrimas,
pero la realidad
es que su cauce
está trazado
con la humedad de mi piel
que se asoma
con cada eco de su voz.

Si alguien pregunta,
las lágrimas
que forman ese lago
ese
río,
son solo lágrimas…
y lo verdaderamente innegable
es que ese lago,
ese río
siga estando ahí,
debajo de mi almohada
sin importar cuántas veces
haya escuchado su voz,
imaginado su piel
permaneciendo abrazada
a mi almohada
contando
una a una
cada gota
de ese río
de ese lago
que da de beber
a la parte que queda de mi alma
para que no muera de sed.

Oasis, Ethel Cooke.
Fotografía (2015)

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