Nokta es una columna cultural semanal y se publica todos los domingos en Tribuna del Yaqui.
Al lado de la foto de un recuerdo de 1994, en el interior del programa de mano de la obra se escriben las palabras de Nezahualcóyotl: ¨Nada es para siempre en la tierra, solo un poco aquí.¨
CRUOR es un recuerdo bajo el resguardo de la compañía de danza contemporánea Antares desde la memoria coreográfica de Miguel Mancillas, un recuerdo que comprende diversos relatos que se abrazan a cada espacio del lugar donde se instalan sus escenas.
Aromas, texturas, sonidos… la experiencia de CRUOR es totalmente sensorial y atraviesa la frontera entre artista y espectador de una forma tal, que al final cuesta trabajo salirse del recinto por propia voluntad… cómo si la invitación hubiera sido más bien, un atrevimiento voyerista por parte de uno y ya no sabes si puedes o no hablar del tema después. Además de los relatos que recita Antares, las paredes del lugar cuentan sus propias historias que se cuelan entre momentos provocados para ello.
Me gustaría decirles que tengo claro qué escribir sobre CRUOR, pero lo único que me viene a la mente es el recuerdo de lo que sentí, que tampoco lo tengo muy claro… no sé si era melancolía o nostalgia, descanso, añoranza, pena, negación, si me estaba enamorando de nuevo con mi propia historia o si al toparme con esa vieja conocida llamada enfermedad, me sentía como en casa. Hay una escena en especial, dónde esa conocida camina hacía uno y me sorprendí sin miedo, como si hubiera necesitado volver a verla de frente y reconocer el papel que ha jugado en mi vida y la de mi familia. Esa noche desaté cosas que estaban esperando platicar conmigo desde hace años.
La estética de Antares es indiscutible. Su manejo escénico es impecable. Ahora pienso que es realmente cruel que el espectador tenga que contemplar el arte escénico desde lejos, afortunadamente, Antares tiene muy claro que todos tenemos derecho a vivir la danza desde todos los límites y esta vez ha usado la cercanía de los cuerpos para convocar eso que conocemos como olvido, eso que parece hemos arrancado para siempre de nosotros, pero que en realidad bebe, camina, duerme y nos besa todos los días, a cada respiro.
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