Periodismo cultural, una historia personal, parte I.

“Refracción” es una columna que se publica todos los viernes para Proyecto Puente.

Transiciones y oportunidades

para el periodismo cultural en Sonora.

Una historia personal sobre el tema, parte I.

“El cocinero Michel Bras llevaba a los integrantes de su equipo de trabajo

a la terraza de su restaurante en la campiña,

y los obligaba a permanecer allí hasta que el sol se ocultaba en el horizonte.

Entonces, señalando el cielo, les decía: “ahora vuelvan a la cocina y pongan eso en los platos”.

Estos textos son mis intentos por entender cómo se pone el atardecer en un plato.

Aún no lo logro. Pero en eso estamos.

-Leila Guerriero

Tomado de su libro “Zona de Obras”.

No soy periodista y no tengo estudios profesionales en la comunicación. No lo digo con orgullo. Si hubiera existido la oportunidad en mi ciudad lo hubiera sido o habría elegido esa carrera universitaria, pero no estaba disponible para mis recursos y circunstancias. Sin embargo, creo que cuando a uno le inquieta algo, eso se abre camino sin importar el tiempo que se tarde en florecer.

Este 2018 cumplo diez años desde la primera vez que publiqué una columna en un periódico. Generar el hábito de escribir al menos una vez a la semana, ha sido algo que no ha sido ni dulce, ni fácil, ni romántico. En el camino he aprendido a verme en un espejo y tener que hacer los ajustes necesarios a mi estilo a base de autocrítica, que muchas veces no es lo mejor, se ocupan ojos objetivos y exigentes y afortunadamente, el camino me ha puesto personas que me han hecho maravillosas observaciones para mejorar.

Esa primera columna no la busqué por mi propio pie, fui invitada. Resulta que yo era encargada del área de comunicación de mi trabajo, y desde la gestion de la información cultural aprendí marketing, imagen, protocolo, en fin, construir desde cero la difusión de un producto o servicio cultural. Entonces, mi contacto de prensa en Tribuna del Yaqui, Alma Aguilar, me dijo: “¿no crees que sería bueno que iniciaras a escribir más allá de notas informativas?”. Espero que ella sepa lo que estaba haciendo, porque yo hasta este momento me confundo cada vez más.

Soy parte de la generación que atravesó la tormenta de las redes sociales y que vio cuando el mar se partió en dos en el tema de lo análogo y lo digital. Tuve que aceptar que ya no usaría un walkman para poner un casette con cinta, sino un disco compacto y cuando descubrí que podía tener mi página web perdí el piso.

Cuando Luis Alberto Medina me mandó un mensaje directo por Twitter invitándome a colaborar en Proyecto Puente comprendí entonces que algo estaba sucendiendo en realidad. Ya no era un medio, eran dos: uno local y uno estatal. Mi crossover fue doloroso: “¿Cómo voy a hablar de cosas que le interesen a personas fuera de Cajeme, si no salgo de Cajeme?”.

Sufrí el inicio. Lo sufrí porque soy obsesiva, perfeccionista, aspiracional y terca. De la mano de los consejos de Luis, fui pisando fuera de mi zona de comodidad, lo que me llevo a decidir que tenia que salir, que tenía que ir, que no bastaba con copiar y pegar, que yo tenía que contar la historia vista y escuchada por mí misma. Recuerdo que tomaba el camión y me iba a los jueves de orquesta a Hermosillo, pedía permiso en mi trabajo las horas previas y regresaba en la madrugada a mi casa para estar lista y llevar a mi hijo a la escuela e irme a trabajar. Desvelada, pero feliz porque tenía algo que contar.

Después vino el Festival Alfonso Ortiz Tirado. En el 2015, Doris Arenas, vio que yo tenía un blog donde archivaba todo lo que estaba publicando y pienso que ella tomó un riesgo conmigo: me invitó como medio de comunicación al equipo de prensa. Ahí, mi mundo sobre el periodismo cultural se expandió, no solo por el contacto con periodistas de todo el estado, sino también por el contacto con Juan Arturo Brennan, una figura en el tema a otros niveles de acción, e indudablemente el apoyo que he recibido de Alejandra Olay ha sido determinante para afinar esta etapa que les cuento y la que recordaré como la década en la que descubrí mi pasión por el periodismo cultural.

No estudié periodismo, no soy comunicadora de profesión y no me atrevería nunca a decir que intento ser crítica especializada de algo.

Soy una mujer que le gusta contar lo que ve, que se enciende cuando comparte con los demás y que cree fervientemente que la palabra transforma y brinda experiencias más allá de solo abrir la puerta del conocimiento.

Por eso propuse un proyecto al Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora llamado: “Transiciones y oportunidades para el periodismo cultural en Sonora”. Porque estoy segura que así como yo, hay muchas voces esperando a que únicamente alguien les de un empujón para descubrir el periodismo cultural y la participación que pueden tener en él y lo que pueden aportar al colectivo al cual pertenecen… y porque creo que de verdad, hay un nuevo panorama para el tema en el estado, porque los medios no son los mismos, porque el contexto de la cultura no es el mismo, porque nosotros, no somos los mismos.

Les cuento más en la seguda parte de mi próxima columna. Por lo pronto, los invito a que le vayan dando un vistazo al blog del proyecto:  https://aunatintasonora.wordpress.com


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