Les cuento de mi viaje a Mérida del pasado mes de julio, con mucho agradecimiento a mis cuñados Alvaro y Maria Elena por recibirnos y apapacharnos. Lo más cerca que había estado de esos lugares fue Campeche y hace mucho, de niña.

El escape a Mérida fue el fin de semana del 18 de julio. Llegué temprano y fuimos mi cuñada y yo a desayunar a Holiday Inn (si lo sé, cómo ahí si hay tantos lugares para experimentar mi primera vez gastronómicamente hablando en la ciudad) pues resulta que ahí venden las mejores bolitas de queso y el bufete tiene platos locales deliciosos. Por ejemplo, una muy rica versión de huevos motuleños, empanadas de chaya y una cochinita pibil buenisima. Después del café nos fuimos a casa, pasando por las vistas obligadas de las calles principales, llegamos por la mamá de mi cuñada que debo decir tiene un tono yucateco chulo de bonito.

Llegamos a comprar un queso especial que le dicen “queso bola” para hacer un pan casero delicioso. Por la noche, fuimos a Paseo Montejo a las tradicionales serenatas, dónde ví uno de las mejores presentaciones de danza folclórica regional con una impecable técnica de zapateado… cerramos la noche cenando en La Chaya Maya, dónde les recomiendo la sopa de lima y el agua de chaya.

Las calles de Mérida son mágicas. Día 1.


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