“Quiero seguir siendo yo cuando, una mañana, al despertar, recuerde que tengo que desayunar en Tiffany´s.
No quiero poseer nada hasta que encuentre un lugar donde yo esté en mi lugar y las cosas estén en el suyo.
Todavía no estoy segura de dónde está ese lugar.
Pero sé que aspecto tiene. Es como Tiffany´s.
Y no creas que me muero por las joyas. Los diamantes sí. Pero llevar diamantes sin haber cumplido los cuarenta en una horterada; y entonces todavía resulta peligroso.
Sólo quedan bien cuando los llevan mujeres verdaderamente viejas…
Pero no es eso lo que me vuelve loca en Tiffany´s… He comprobado que lo mejor que me sienta es tomar un taxi e ir a Tiffany´s. Me calma de golpe, ese silencio, esa atmósfera tan arrogante; en un sitio así, no podría ocurrirte nada malo, es imposible, en medio de esos hombres con los trajes tan elegantes y ese encantador aroma a plata y a billetero de cocodrilo. Si encontrara un lugar en la vida real donde me sintiera como me siento en Tiffany´s, me compraría unos cuantos muebles y le pondría nombre al gato.
(Ibd Capote, Truman. “Desayuno en Tiffany´s”)
(Ibd Capote, Truman. “Desayuno en Tiffany´s”)
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