“Nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.
Y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.”
–Cortázar.
La poesía sirve para todo. No imagino la vida sin poesía. Habrá que cuidar que sea poesía sincera. De lo contrario, lo cursi se confunde con ella y eso no es justo.
Les comparto algo del libro “Método fácil y rápido para ser poeta” de Jaime Jaramillo, sobre el capítulo de -Cuándo leer poesía-:
“Si estás en casa, y llueve, puedes leer poesía. Porque la lluvia amansa el corazón y predispone la sensibilidad. Si estás en el campo, y es el atardecer, pues leer poesía porque el atardecer en el campo es tranquilo y pleno de sugerencias. Si estás en el silencio de la noche, bajo tu lámpara, también puedes leer poesía, porque la noche es propicia al entendimiento y la reflexión. Si dispones de una mañana gris o soleada, tales mañanas presentan un marco ideal para lectura de poesía, por el que día comienza lleno de promesas y expectativas. Si por el contrario, te hallas en un lugar sórdido, allí deberías leer poesía para quitarle algo de su sordidez a ese lugar. Cuando viajes, es conveniente que lleves un libro de poesía contigo, y cuando no viajas, sino que permaneces en un lugar, la mejor compañía es un buen libro de poemas , porque en el poema está todo lo que no eres tú en ese momento. En la mesa de noche, un libro de poemas espera para decirte unas palabras antes de que entres en el sueño. Si te sientes solo, la poesía te acompaña desinteresadamente.”
Todos necesitamos poesía en nuestras vidas. Porque es la forma de oxigenar los momentos que atravesamos. Perdidas, encuentros, despedidas, alegrías, temores, lujuria, desesperación, calma, tempestades… desde mi propio oxígeno, les pregunto: qué otra manera habrá, de describir la mirada de los amantes que han encontrado el significado del amor verdadero acompañado del dolor de la distancia, el vértigo de la espera, el beso que ahoga y las lágrimas a la luz de la noche por una despedida que nunca terminará de consumarse, porque los amantes están unidos a pesar de su consentimiento.
Por eso necesitamos la poesía. Porque es imposible contener toda la emoción en un corazón sin desfallecer de sentimiento.
La poesía es necesaria, porque es la calma en nuestra tempestad.
-Erika.
Gracias a Verónica Murrieta por invitarme a colaborar. Un abrazo a todo el equipo de Revista Elementos.
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