Refracción es una columna sobre periodismo, cultura y atardeceres en Sonora, se publica todos los jueves en Proyecto Puente.

 

“Cuatro nociones deben servir pues de principio regulador en el análisis: la del acontecimiento, la de la serie, la de la regularidad y la de la condición de posibilidad. Se oponen, como se ve, término a término: el acontecimiento a la creación, la serie a la unidad, la regularidad a la originalidad y la condición de posibilidad a la significación. Estas cuatro últimas nociones (significación, originalidad, unidad, creación) han, de una manera bastante general, dominado la historia tradicional de las ideas, donde, de común acuerdo, se buscaba el punto de la creación, la unidad de la obra, de una época o de un tema, la marca de la originalidad individual y el tesoro indefinido de las significaciones dispersas.”

-Michel Foucault, El orden del discurso.

Atender y darle gusto a la audiencia, público, mercado (como gusten llamarle según sus autores favoritos) es una tarea sumamente compleja. Más, si este público es del Norte de México, más, si es sonorense y más si hablamos del Festival Alfonso Ortiz Tirado.

Los invito a buscar las reacciones en redes sobre el lanzamiento del #FAOT2017 que se ha presentado esta semana. Son curiosas. Son, motivantes si gustan llamarlas así. Entre la tempestad que abraza a los intelectuales o agentes consolidados de la cultura sobre la eterna pregunta de que hay que programar y que no, el Proyecto del Festival en su edición 2017 ha dejado ver un poco de oxígeno entre la expectativa de quienes siempre estamos listos para opinar de todo, porque sí y porque podemos.

Durante años, hemos escuchado todo sobre los inicios del FAOT, sobre su historia, sobre lo que es y lo que no es, sobre lo malo, sobre lo bueno, sobre diversos puntos relacionados con urbanismo, turismo, conductas sociales, economía, gastronomía, servicios, etc. Pero por alguna razón, este año siento que se ha agregado un parámetro sorpresa no tan sorpresa que ni yo aún me atrevo a decirlo por su nombre porque poner en una misma cartelera a Elina Garanca y a los Angeles Azules es una formula tan trillada y de tan cliché en el mundo de la gestión cultural básica que la ecuación es tan obvia, y por alguna razón esta vez, está causando un desnivel de polos que está funcionando. El FAOT está haciendo una negociación con su público, de la forma más seductora que he visto en los últimos años. Es tal vez muy pronto para decir si va a funcionar de la manera que se ve, pero de entrada, ya lograron el primer golpe: dar el factor de especulación, y eso mis amigos, en marketing es oro puro.

Hay otro parámetro que hay que tomar en cuenta en esta ocasión: Mario Welfo. Su primer FAOT fue un toro que lo encontró a mitad del camino, casi desarmado, y el resultado sin duda, fue el esperado ante esa circunstancia. El director del Instituto Sonorense de Cultura es un hombre joven que pasó un año sumamente duro. Administrar cultura, puede llevar a la lona a cualquiera. Navegar con artistas y promotores es para volver loco al más tolerante y capaz gestor cultural. Si Mario logra que el crucero del FAOT llegue a la otra orilla, habrá pasado una de sus mayores e indiscutibles pruebas de fuego y sentará nuevas formas y configuraciones. No porque sea el hilo negro. Si no porque alguien tiene que hacerlo.

Tal vez, el FAOT puede ser domado por un joven con la energía que ofrece la novedad, el ánimo, las ganas… cosas que a veces se desgastan en los corazones de promotores que, fatigados por remar ante la adversidad, dejan que el barco navegue a capricho de la marea. Quizá, este es el momento para que una mente que ha aguantado de frente los golpes, tome el timón y soporte un camino que de tenderse honestamente, puede subirnos a todos de nuevo en la nave.

La respuesta de Mario ante un año complejo de gestionar desde lo público la dimensión cultural de Sonora, se manifiesta en un FAOT que desde lejos, se observa sólido, atractivo y posible, posible para quienes deseamos que el asunto avance y avance bien.

Les deseo suerte a todo el staff de organización y a todos los espectadores.

Todo el éxito a nuestro querido FAOT. Porque todos necesitamos que así sea. Porque el FAOT es de todos y no de unos cuantos, ni de la elite intelectual, ni de las masas. Sonora merece un festival incluyente, gozado y a la altura de nuestro tiempo. Que haya para todos. Para todos, dije.

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