Aquí estoy en la sala. Viendo la película Julie & Julia. Me la recomendaron en 2014, pero nunca la ví. Hasta hoy. Hasta esta noche. Porque en aquél momento no era mi momento para verla… Sigo viéndola.
Mi corazón está encendido. Tomo mi laptop y vengo aquí a mi blog. Sigo en la sala, la película continúa sucediendo. Abro mi blog como si se tratara de un esqueleto, de algo que había tenido abandonado durante mucho tiempo. Lo abro como si fuera una herida, como algo que no era, como algo que fue.
Un blog que me ha acompañado durante tantas cosas que han sucedido desde el día que inicié a publicar en él en 2008. Un blog que se fue convirtiendo solamente en un archivo de recortes de mis columnas en otros medios, o de momentos que no quería olvidar. En algún momento del tiempo mi blog dejó de ser lo que era cuando lo inicié: un espacio de alegría para mí.
Lo transformé en un cajón en donde se ponen cosas que casi no usas… porque escribir para otros no es lo mismo que escribir para mi blog. Con el pasar de los días yo sentía que una parte de mí me faltaba y no sabía lo que era. Viendo la película de Julie & Julia, esa parte resucitó para respirar de nuevo y recordé lo hermoso que es escribir día a día, contando las cosas que te gustan, que te dan alegría, que te apasionan… las cosas que te salvan.
Después de 10 años me encuentro tan lejos de aquel momento en el que, sentada en una cama prestada, no recuerdo si era la de mi mamá o mi abuela, abrí mi blog por primera vez, en alguna noche, en un segundo piso de un departamento que yo rentaba, el cual tenía un balcón que daba a la calle y yo me sentía sola. Acababa de ser mamá en 2007 y recién me había promovido en mi trabajo. Había muchas cosas en mi vida por que dar gracias. Pero yo me sentía sola. Muy sola.
Empecé mi blog copiando y pegando artículos de otras personas y luego me fui atreviendo a poner cosas que pensaba. En el transcurso de 2007 a 2011 me mudé muchas veces de departamento y de direcciones de blog, y así como en todas las mudanzas, perdí cosas mías y mi blog también perdía escritos, ya no recuerdo cómo ni dónde, pero los cambios le pegan a uno como naufragios cuando no los haces por gusto, si no por necesidad.
Ahora comprendo que mi blog era el lugar al que yo regresaba siempre. No importa que estuviera sucediendo en el mundo real, mi blog seguía ahí. Esperando. No me reclamaba cuando nos reencontrábamos y tampoco me juzgaba. Al contrario, me daba la oportunidad de reinventarme. De reencontrarme.
Había querido volver a él, pero no sabía cómo. En estos tiempos de cambios y evolución de las tecnologías, la privacidad, la vuelta a la desconexión y otras tantas cosas, me alejé. Olvidé que yo venía corriendo a escribir aquí con pasión y alegría y que me gustaba, pero en lugar de eso, lo convertí en una rutina de copiar y pegar desde un frío archivo de word para dejar evidencia que yo había escrito algo para alguien más una vez a la semana.
Olvidé que escribir en mi blog me hacía feliz cuando quise competir con otros modelos y estándares del webuniverso. Cuando la frontera entre lo público y lo privado causaba problemas en mi relación de pareja, mi familia, mis amistades y mi entorno. Cuando creí que lo importante era hacerlo para que alguien más lo leyera o lo valorará. Cuando olvidé que a la única persona que tenía que agradar y darme alegría era a mí misma.
Hace rato que se terminó la película de Julie & Julia y el protector de pantalla de la televisión muestra el polo norte de la tierra en vista aérea… y yo sigo aquí escribiendo. Me siento nueva, viva, como si me hubiesen sacado de un sueño profundo. Con unas ganas tremendas de retomar mi blog y llenarlo de oxígeno, de las cosas que hay en mí y las que quiero compartir.
La protagonista de la película escribió en su blog:
“I´ve been thinking about me and Julia. A really nice guy married her. A really nice guy married me. Both of us were lost, and both of us were saved by food in some way or other.”
La película intersecta a dos mujeres con pasión por sentirse vivas. Por no rendirse ante la despiadada rutina y encontrarse ante los días con algún significado que las haga estallar de felicidad. Y no solo se conforman con eso, sino que deciden compartirlo con los demás. Porque hay almas que necesitan darse, conectar y abrir su pequeña esquina del mundo de par en par.
Aquí, sentada en mi sala, redescubro mi blog y mis ganas de él. Mis ganas de sentir alegría estando aquí, porque siento alegría fuera de él, pero también en él, y yo lo olvidé. Lo mutilé y lo sometí al olvido.
He comentado en varias ocasiones en mis redes que ya ha pasado una década muy importante para mí y mi vida y que se ha cerrado un ciclo. Es en esta noche que realmente lo siento. Porque escribir aquí me hace feliz. Porque en el proceso de ser feliz todos los días en el mundo real, escribir en mi blog también me hace muy feliz. Así que esta noche, vuelvo a mi blog diario, a ver qué cosas descubro. Porque todo se transforma y quiero saber en quién me estoy transformando yo también.
He vuelto… y que bien se siente.
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