Desde 1950 a la fecha, México ha reducido su índice de mortalidad infantil en un 80%. Y ha reducido el analfabetismo de 43.2% a 6.1%. México es un país jóven, con una edad media de 26 años, frente a Estados Unidos, cuya media es de 37 años. Sin embargo, solo 3 de cada 10 jóvenes en México cursan Educación Superior.

Eran los datos que recitaba el Dr. José Narro como si se tratará de un novena. Y con cada cifra tomaba sus espacios respectivos de aliento. Ajustaba el tono de voz como quien desea no involucrarse en el texto, pero era imposible, el Rector de la Máxima casa de estudios de México, terminaba por intensificar su voz como buen catedrático y empujaba las frases “no estamos bien, no estamos nada bien” en un teatro donde no cabía un alma más. Me tocó sentarme en el piso. Apuntaba como poseída.

Los reporteros y camarógrafos pasaban por un lado mío cuidando de no pisarme. Yo seguía anotando. “Cuando el gran indicador del éxito de una persona es el dinero o los bienes materiales, es que estamos dando un mensaje equivocado.” –Whaattt??? Levanté el rostro y pensé para mí, “escuché bien?” y siguió: “Entre los mitos que existen, es que la educación superior existe para servir al sistema laboral y no, es fundamental que exista gente que sea transformadora, que estudié por el simple hecho de saber.”

No solo arrancó silencios estremecedores en la sala, sino risas maravillosas, casi nos hace soltar una lágrima para después levantarnos el espíritu y por supuesto que vinieron los aplausos ensordecedores.

“Hay que apostar a los desarrollos regionales, ver cuales son nuestras fortalezas, apostar a cosas muy específicas y generar núcleos de valor. Por cada 1000 habitantes en México, tenemos 1 investigador.” Y así continuó dando datos aterradores a los cuales siempre intentaba decirnos, “si hemos avanzado, pero a pasos demasiado lentos, yo soy un optimista sin remedio, pero no hemos hecho lo suficiente.”

Aún con tan malas cifras, (y las que no les puse aquí) salí profundamente motivada. Ese día, regresé a hacer la tarea con mi hijo de seis años y puse un poco más de empeño en ayudarlo y en que comprendiera lo importante que es la diferencia entre la C de casa y la S de Susana. Tal vez sea una tarea titánica incrementar ese 3 de cada 10, pero lo que si puedo hacer, es estar ahí y darle todo mi apoyo a mi hijo cuando sea su momento de decidir una carrera universitaria.

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Si alguien desea escuchar más fragmentos de la conferencia aquí hay algunos:
http://youtu.be/9Gxmm2mt9cY

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