Quién aún piense que los que trabajamos en cultura la tenemos fácil, déjeme le digo que está equivocado. El trabajo cultural es una de las cosas más complejas que se puedan imaginar cuando se hace bien y con todas las del ley. Estos próximos meses serán muy agitados para Cajeme y Sonora en lo que a la gestión cultural se refiere. Ferias, festivales, talleres, exposiciones, conciertos, estrenos, encuentros nacionales, convocatorias… en fin, esto es algo que no para y que ahora que tenemos a un público de alto rendimiento, se convierte en una prioridad arriba de la pila de pendientes el que las organizaciones culturales y artistas eleven su nivel tanto de planeación como de ejecución.
Saludos a los que se van, saludos a los que vienen; saludos a los que nunca se han movido… felicidades por el trabajo realizado, suerte a quienes inician nuevos proyectos, despierten los que se durmieron…
El viernes pasado, a eso de las 18:04 hrs. empecé a sentirme con dolor de cuello, a las 19:56 hrs. ya estaba llorando del dolor. Era una contractura de esas bravas que le pegan a uno que no puedes mover la parte alta de la espalda y que parece que te pegan en la nuca con un martillo. Horrible. Fue cuando decidí soltar el estrés que traía, en gran parte por la organización de la agenda en el trabajo y por la otra me imagino que fue el frío-calor de los aires acondicionados y la temperatura de la ciudad.
Ese fin de semana tomé una decisión: apretaría la planeación, sería más aguda en revisión de cosas y sería despiadada en lo que se refiere a cuidar mis tiempos personales, de comida, de descanso y sobre todo: no tomar nada a pecho y repetir como mantra que uno no es indispensable. Nada vale la pena para perder la salud.
A mis colegas que trabajan en cultura: cuidado con esta parte del año (y de sexenios y trienios) que hace pedazos a quienes no llegan preparados. Una agenda cultural no tiene que estar saturada para mostrar que estamos trabajando al máximo, tampoco tiene que ser la más cara. Volteen a ver su equipo de trabajo: ahí está el éxito.
Una agenda cultural destaca por la pertinencia que tiene en el contexto que está insertada. Y para esto, no solo se toma el criterio de uno mismo, sino que hay que hacer decisiones consensadas, hablar con la gente, escuchar a quienes operan, alucinar con quienes tienen visiones más allá de lo conocido, disfrutar. Sobre todo disfrutar el proceso de trabajar una agenda cultural.
Aún me duele un poco mi cuello, y cada vez que me da alguna punzada, recuerdo que primero es la salud. Amigos gestores, promotores, creadores, artistas: desayunen, duerman bien, cuiden su corazón, sean honestos, sean coherentes. Conversen con la gente, recuperen la capacidad de asombro, revaloren su propia actividad.
Sirva esta reflexión para una cosa: recordemos la importancia de la planeación estratégica. Y por el amor de Dios, respeten el tiempo de los demás. Dice mi mamá que la gente no está para cuando uno nomás quiere. Las personas tienen listas de cosas pendientes, hay un orden para todo, seamos organizados, no nos creamos el ombligo del universo, seamos conscientes de que el trabajo cultural necesita un inicio, un proceso y un fin. Entreguen sus reportes pendientes, seamos disciplinados, mostremos que el trabajo para la cultura no cualquiera puede hacerlo, que se necesitan competencias específicas y sobre todo: vocación.
Les deseo un lindo fin de semana. Un gran abrazo y a darle duro que esto no se detiene.
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