Nokta es una columna cultural semanal, se publica todos los viernes en sección Acentos de Tribuna del Yaqui. 

Este no es un tema sencillo. Debería serlo, pero en el ámbito cultural, por lo general la palabra evaluación se toma de manera muy personal. Durante estos días, 7 y 8 de julio, representantes ciudadanos de los municipios de Sonora se han reunido en pleno estatal para exponer los proyectos desarrollados por ciudadanos dentro de la convocatoria anual del Programa de Desarrollo Cultural Municipal, en donde la bolsa se integra por recurso municipal, estatal y federal. Durante el proceso, un consejo ciudadano se reúne para establecer mesas de trabajo donde se evalúan los puntos que el programa indica, siendo el primero de ello, el impacto del proyecto en los procesos culturales en la comunidad.

Para conversar con ustedes sobre el tema de evaluación de un proyecto cultural, quiero traer al escenario a David Roselló Cerezuela, tomado del Manual Atalaya de apoyo a la Gestión Cultural, con un documento que está en línea y accesible para todos los que deseen saber más del tema. Vamos con puntos importantes del texto:

La evaluación, tratada por sí sola no tiene sentido si no se le define como un aspecto directamente ligado al diseño y desarrollo del proyecto. Evaluar expresa, ante todo, la voluntad de mejorar la actividad en curso o futura. La evaluación es aplicable tanto a proyectos que han cerrado con éxito, como a aquellos a los que les quedó una sensación de fracaso. La ciencia social y la experimentación profesional han aportado múltiples respuestas al debate de la evaluación.

Es necesario buscar herramientas útiles por encima de la perfección académica (la cuál ayuda indudablemente a mejorar el trabajo) y adaptarse a las necesidades de trabajo en el contexto de cada Institución, cada grupo, cada persona al frente de un proyecto cultural. Hoy en día es imprescindible el ejercicio de evaluar para saber si estamos trabajando en la dirección adecuada o debemos modificar algún aspecto del proyecto. Necesitamos salir de los peligrosos extremos que dicen que en cultura no se pueda evaluar de manera precisa y todo intento nunca reflejará la realidad y el otro punto sobre que todo es absolutamente medible con precisión matemática. Debemos encontrar el punto de equilibrio de dé más credibilidad a los proyectos, cuanto más complejas son las realidades, más necesario se evidencia el proceso de evaluación.

Existen diversos términos que se utilizan también como sinónimos de evaluación: valoración, seguimiento, supervisión, control, monitoreo, memoria, y algunos autores, consideran que el diagnóstico previo a la definición de un proyecto es ya en sí mismo una evaluación de la realidad en la que nos disponemos a intervenir.

Las razones por las cuales se evalúa un proyecto cultural son varias, para mejorarlo, para justificar necesidades tanto de impulso y continuidad o detenerlo. La evaluación ayuda a tomar decisiones. En cultura, no se trata de evaluar por pura mecánica administrativa.

Entre los ámbitos que se toman en cuenta para una evaluación de proyecto cultural se encuentran la finalidad del mismo, la dinámica territorial y sectorial, el encuadre en el contexto con políticas culturales, los antecedentes, el análisis interno de quien lo presenta, los destinatarios, los contenidos, la estrategia, los modelos de gestión, el plan de comunicación, entre otros…

Que tengan lindo fin de semana y nos vemos el próximo fin en Querétaro. Comadre Griselda, ya voy, ve haciendo campo para tu ahijado.

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