Refracción es una columna sobre periodismo, cultura y atardeceres en Sonora. Se publica todos los jueves en Proyecto Puente.
“Nada grande se ha hecho en el mundo sin una gran pasión”
-Hegel.
El pasado lunes, 25 de julio, la hermosa Querétaro celebró 485 años de fundación, establecida en 1531 por Hernán Pérez Bocanegra. El nombre original en purépecha era “K eretarhu” o lugar de la gran ciudad, mientras su nombre en otomí es “Ndämxei” y en náhuatl su nombre es “Tlachco”; ambos topónimos indígenas significan en castellano lugar del juego de pelota.
Se festeja al santo patrono que unió en tierras queretanas a españoles e indígenas en una paz duradera: el apóstol Santiago el Mayor. Su providencial aparición en el cielo de la batalla, entre conquistadores y las huestes lideradas por don Lobo y don Coyote, tuvo como resultado la fundación de la ciudad.
Santiago el Mayor fue torturado y asesinado en Palestina durante su labor de evangelización, lo que lo convirtió en patrón natural de las conquistas espirituales en territorios ajenos. La figura religiosa del apóstol Santiago se trasladó a América, sembrando su nombre a lo largo del continente en ciudades, provincias y estados. En esta región, durante la Conquista, se contabilizaron 14 apariciones del apóstol entre ellas la de Querétaro en 1531.
El nombre colonial original fue “Santiago de Querétaro”, que después de la Independencia de México quedó solamente en “Querétaro” o “Ciudad de Querétaro”. Sin embargo, luego de su nombramiento en 1996 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, se retomó el nombre original de “Santiago de Querétaro”, aunque muy pocas personas fuera del Estado la identifican con su nombre completo.
Les saludo desde Querétaro, donde he pasado mis vacaciones de Verano, y doy fe del bello lugar que es y esto de que sea patrimonio cultural de la humanidad le pone bien claras las reglas de urbanismo a quienes viven en ella y se nota que hay una dinámica maravillosa. Pero confieso que si no hubiera sido por que aquí vive la madrina de mi hijo, tal vez hubiera tardado mucho más en venir a conocerlo. A partir de esta experiencia, creo que me verán más seguido por aquí.
La semana pasada, mi comadre y yo fuimos al Festival Internacional de Jazz de Verano de la Ciudad y cenamos en el Restaurante 1810 del Centro Histórico de Querétaro. En el trayecto del camino, pasamos por los antiguos arcos del acueducto, 74 en total con 1,298 metros de extensión y casi 30 metros de altura máxima, cuya historia se basa en una leyenda que quiero contarles hoy.
Corrían los tiempos de la Nueva España cuando Querétaro era considerada la “Tercera Ciudad” del virreinato. Su vida cotidiana era floreciente y de todas partes de la región, incluso del extranjero llegaban personas a establecerse o a hacer negocios a la ciudad, lo que provocó que los recursos naturales locales comenzaran a ser insuficientes, principalmente el agua. Después de una exitosa carrera en la política un reconocido Marqués se casó en 1699 con una Doña María Josefa Paula Guerrero Dávila Moctezuma y Fernández del Corral. Fue ella la quien lo convenció de acompañar a las Madres Capuchinas para la creación de un nuevo convento en Querétaro donde ella tenía parientes y a partir de ahí empezaron a visitarlo regularmente, por lo que el Marqués decidió construir una casa en la región.
El Marqués se enamoró de la sobrina de su esposa, Sor Marcela. Esta monja conocía las carencias y los sufrimientos por los que estaba pasando la ciudad para obtener el agua, así que ella le propone al Marqués que lo único que él podría hacer por ella en nombre de ese amor que nunca podría consumarse sería ayudar a la población a llevar agua a sus casas.
Entonces el Marqués inició el proyecto para abastecer agua a la ciudad, cuya obra llevó once años en su construcción. Cuando lo terminó, cuenta la leyenda que el Marqués fue a visitar a Sor Marcela para informarle a lo que la monja le contestó: “Gracias Señor Marqués, prometo rezar todas la noches un Padre Nuestro y un Ave María por esa obra de amor que usted hizo”.
Los invito a seguir mi viaje por Querétaro en mi cuenta de Instagram.
Crédito de foto de portada: Querétaro Travel.
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