Nokta es una columna cultural semanal, se publica todos los viernes en Tribuna del Yaqui. Versión impresa: sección acentos. Versión digital: sección opinión.
Escribo mi reseña hasta hoy, por sugerencia de quiénes me pidieron que las esperara hasta que vieran la película. He cumplido. Hace unas semanas, mis amigas y yo fuímos al cine. Era viernes por la noche. Yo supe que quería ver la Mujer Maravilla cuando ví en el trailer que salía Claire Underwood de House of Cards. De ahí en fuera, nunca fui fan de la heroína, jamás comprendí su existencia y no me llamaba para nada la atención, así que dejé pasar los filtros con la tiara en facebook e instagram. Sin embargo, no pude escapar de la seductora y poderosa mercadotecnia del estreno y por lo tanto aquí estoy, escribiéndoles mientras escucho la banda sonora de la película y busco dónde comprar una camiseta con el logo de la heroína.
A simple vista se podría decir que los publicistas tuvieron la cosa fácil con el tema de una mujer que salva el mundo, inteligente, noble, bla, bla, bla. Pero la verdadera historia de la lucha de género no es la película en sí, más bien, los retos se encuentran en el proceso para llegar a producir el asunto, ya sea estemos hablando de una película o de lo que gusten. Recuerdo que hace poco, hubo un escándalo porque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) propuso al personaje de la Mujer Maravilla como su embajadora y todos en redes nos desgarrámos las vestiduras, incluso yo pensé que a alguien de la ONU se le había safado un tornillo. Algunos de los textos de personas (mujeres) que reclamaban decían: “Se trata de una mujer blanca de proporciones imposibles, grandes senos, con un traje ceñido brillante de escasa tela que deja el muslo al descubierto y tiene un adorno de la bandera estadounidense y botas a la altura de la rodilla: el epítome de una chica atractiva”, “Mujeres reales merecen embajadoras reales”, “Nos sentimos defraudados de que la ONU no haya sido capaz de encontrar a una mujer en la vida real con la capacidad de defender los derechos de todas las mujeres en el tema de la igualdad de género y la lucha por su autonomía”… Me gustaría saber que es lo que comentan ahora con la película y el mega efecto que ha desatado en el tema del empoderamiento femenino, desde una perspectiva de un proyecto de una figura de acción arropada por la industria.
La escena que hizo que mi piel se erizara, fue definitivamente la de la escalera en el campo de batalla. Más allá del climax para mostrar el simbolismo por primera vez de la tan esperada heroína en todo su esplendor, la fotografía, los elementos y el subtexto de ese movimiento seguido del trayecto, resultó para mí, muy emotive dentro de la dinámica de la película. Una mujer, madre, indefensa, con un niño en sus brazos, intercepta a la Mujer Maravilla y le pide ayuda, desesperada. Ese es el pie para que surgiera en escena el traje icónico y que me hiciera pensar en las veces que yo u otras mujeres hemos salido al campo minado, a recorrer ese trayecto, en silencio, sin música de fondo y sin esas maravillosas botas. Esa escena más allá de una mujer salvando al mundo, es un momento de conexión con todas aquellas que sabemos, que lo más difícil no es decidir enfrentar la guerra o recibir las balas. Lo difícil es esa fracción de segundo en la que pones tu pie en la escalera y te empujas hacia arriba. Ese, mis amigos, es el momento que conecta todo: la certeza de saber que la cosa tiene que enfrentarse, con valentía.
La historia sucede en 1910, en la Primera Guerra Mundial. Los alemanes. Le dije en voz baja a Marcela mientras me daba palomitas de caramelo: y pensar que aquí está Ángela Merkel en México ahorita¨. Definitivamente, la peli tiene lo que debe tener una producción de acción, de personajes de comics, pero por alguna razón esta es diferente. El fin de semana pasado, llevé a mi hijo a verla y también le encantó.
Una maestra de kinder envió a la producción de la pelicula, una nota donde decía todo lo que estaba pasando tanto con niños y niñas de su grupo respecto al tema de la Mujer Maravilla. En una de las líneas se leía que una niña le dijo a la maestra, que cuando creciera ella también hablaría muchos idiomas así como la mujer maravilla. La cuenta de Twitter de la directora, Patty Jenkins recopila en su Time Line evidencias que van más allá de una campaña publicitaria: niños con disfraces de la heroína, un tuit de una mujer que obtuvo su título de abogada mientras su esposo la abraza con una camiseta que muestra el logo de la Mujer Maravilla y así puede uno pasarse el día viendo testimonios, momentos, detalles y cosas que tienen que ver con el impacto de esta producción en la audiencia. Si bien no soy crítica de cine, salí de la sala muy feliz y contenta, empoderada, ilusionada y preguntándome cómo fue que pasámos del rechazo a la Mujer Maravilla como embajadora de la ONU por ser un símbolo sexual y sobre todo de ficción (que al parecer esto era el peor crimen de la mujer) a maestras de kinder tomando el pulso del efecto de la heroína en pequeñas niñas y a todos aplaudiendo por eso… cómo es que a raíz de una figura de acción de proporciones imposibles, envidiables senos, con un traje ceñido brillante de escasa tela que deja el muslo al descubierto y botas a la altura de la rodilla: el epítome de una chica atractiva, las niñas y mujeres están haciendo eco sobre que pueden ser invencibles, inteligentes, políglotas y princesas amazonas con una formación intelectual de alto rendimiento con la posibilidad de lograr, por el simple hecho de creer en el amor, acabar con el odio y la guerra. A final de cuentas, no es que no sepamos que somos mujeres maravilla, creo que más bien, si hay algo de sabio en tener unas buenas botas y una linda tiara para dar la pelea al mundo. No sé, piénsenlo… más allá del feminismo y las teorías de empoderamiento. A veces, uno solo necesita el traje. Feliz fin de semana. Les dejo un abrazo.
https://www.youtube.com/watch?v=AKPbb_ycIak&t=787s
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