Uno se construye costumbres. De las mías más recientes es hablar por teléfono los sábados por la noche con Lola.

Hablamos de todo. Nos reímos, nos desahogamos, contamos lo que nos frustra… hablamos del amor, de hombres, de política, de injusticias, de ropa y faldas de tul, de cuestiones sociales, de digitalidad y doctorados. Lola y yo hemos construido este gran talk show donde solo nos escuchamos nosotras dos, nos reímos fuerte y decimos groserías…. lloramos. También lloramos.

Lola es fan de la maravillosa serie Game of Thrones. Esa que ha estado de trending topic más de 5 días seguidos ya, yo, a raíz de Lola, me enfilé en los grupos de fans de la misma. Comencé a ver los episodios en este semestre, muy a tiempo para prepararme muy vagamente para lo que sucedió este pasado fin de semana.

Toda la música de la serie es maravillosa. Pero en el final de la temporada, la pieza de Light of the seven se llevó las palmas en mi opinión. Mientras les escribo, y mientras me leen, sugiero darle play.

El sábado pasado, antes de la transmisión del episodio final de la temporada seis, Lola y yo platicábamos sobre como saber si estamos tomando las decisiones correctas. Sobre las dudas, sobre como identificar confusiones, el tema principal de esa noche estaba basado en un checklist de pros y contras sobre una elección de un proyecto para los próximos cuatro años. Conversábamos sobre lo que implica tomar una decisión y lo que hay que dejar o tomar para ello. Lo único que atiné a decirle, fue una figura que se me venía a la mente:

-Me imagino que uno nunca sabe totalmente si las decisiones que uno toma son acertadas salvo por una cosa: el viento. Por ejemplo, si eres un barco y estás en un lugar dónde no hay viento, no puedes avanzar. Estás en reposo. En espera. ¿Cómo saber que tienes que avanzar? por el viento… Imagino que sientes el viento y entonces abres las velas, para que te lleve mar adentro. Imagino que las decisiones cuando son las adecuadas, van acompañadas de viento a favor, de lo contrario, uno sencillamente está estacionado, o como luchando contra lo natural, contra lo que resulta a favor para uno. 

Una cosa es que el camino sea difícil, que no sea recto, pero pienso que para eso está el timón, es decir, en base al viento uno maniobra, pero el viento es fundamental.

Nuestras platicas siempre son así, honestas. Recuerdo una vez que le dije a Lola: necesito que me digas lo que necesito escuchar, porque me he perdido. Creo que uno debe tener amigas con las cuales poder tirar las anclas de vez en cuando o revisar la brújula.

El domingo siguiente a nuestra charla, se transmitió el episodio grandioso del que todo mundo está hablando sobre Game Of Thrones. Las escenas finales mostraban la sábana de embarcaciones que navegaban rumbo a la conquista para la madre de los dragones. Una meta que esta mujer había tenido desde que inició la serie. Los barcos iban empujados por un gran viento. Entonces pensé: creo que para esa decisión, el destino está más que a favor.

¿Sienten el viento? ¿Las decisiones que estamos tomando tienen viento a favor? o sienten más bien que están estancados… o que al contrario, están navegando contra el viento… no confundamos las cosas que se dan fácilmente frente a lo que realmente sería el viento. Lo que se da de forma fácil no siempre es lo correcto, puede ser un resultado obvio de diversas causas… pero el viento, el viento te golpea el cuerpo, te colapsa los oídos y te mueve, siempre te mueve. El viento a veces, también se manifiesta como una suave brisa, casi imperceptible, como una caricia o un suspiro.

Las decisiones correctas pueden ser impulsadas por poderosos tornados o por sutiles alientos que dan sentido a nuestro viaje.

Les deseo buen viento para sus velas.

Escucha la música de la temporada seis de Game Of Thrones:

https://www.youtube.com/watch?v=fSs7h62LMlY

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